Verdades maquilladas contraproducentes…

 

Felipe Victoria

 

La deshonestidad política podría calificarse de “uso y costumbre” en algunas entidades federativas; en unas resulta más grave e intensa, pero en ninguna parte de la República están exentos.

Lo deleznable es que, no porque los de arriba no se den cuenta de que los del pueblo sí nos damos cuenta de sus embustes a modo, se la pasen felices haciéndole al tío Lolo, con versiones amañadas que ni ellos digieren pero están obligados a masticarlas sin hacer gestos, aparentando sinceridad y sus mejores sonrisas.

A Pinocho no le dolía la nariz cuando le crecía por mentiroso, pero él al fin y al cabo era monigote de madera aunque simpatiquillo. ¿De qué están hechos entonces algunos funcionarios arrogantes y fantasiosos, que creen fácil tergiversar las realidades y salir airosos?

Parecería de broma, pero en algunas dependencias prohibirán que sean colocados espejos, para evitar que se asusten porque mirarían demasiados sospechosos en el entorno.

En Guerrero está resultando que hasta el más chimuelo mascaba clavos y abundan los tullidos actuando de alambristas, compitiendo con los cojos en brincar la cuerda.

Competencia de discursos de frases huecas que no convencen a nadie porque en realidad no pretendían decir nada en firme, pero emplean palabrejas apantalladoras que suenen bonito, aunque nadie entienda.

Qué lejos les quedó el magistral Cantinflas tan coloquial, que por lo menos arrancaba sonrisas al descifrar sus ingeniosos retruécanos.

¿Tiene algún objeto organizar eventos pomposos para informar verdades mochas? Lo ignoro, pero me queda claro el objetivo taimado de disimular, tamizar y encubrir a ciertas personas por compromisos o conveniencia, como si con no mencionarlos pudieran regresar el tiempo.

El colmo, que en vez de afrontar las verdades hagan bolas el engrudo por dar explicaciones peregrinas, se les olvida igual que justificación no pedida implica culpabilidad manifiesta, pero exhiben a personitas innecesariamente.

Bien se dice que los dedos de la mano son totalmente distintos; así debían entender que las empresas o instituciones no son responsables de lo que sus empleados hagan en sus ratos libres o sus vidas privadas; pero por darle al violín le dan al violón y hasta les cuelgan actividades secretas que nadie les creyó.

Claro, eso ya es cuestión del criterio de los abogados defensores, que todavía no dominan el nuevo sistema penal acusatorio, pero hacen sospechar la existencia de conflictos de intereses convirtiéndose algunos funcionarios en juez y parte quizá, pero cubiertos con interpósitas personas.

Hace pocos años, el gremio de abogados renegaba de que un litigante, hijo de uno que fungió como procurador, se adueñara de los casos más productivos. Hoy la sospecha y la maledicencia rumora situaciones similares.

Con la nueva moda acusatoria, ahora es como a la gringa de las películas y series de TV, donde la policía y la oficina del fiscal deben presentar al sospechoso junto con los pelos de la burra en la mano o se los dejan libre y no le inician juicio; pero si le dieron algún maltrato durante la captura, por muy flagrante que ésta hubiera sido, hasta les voltean el chirrión por el palito.

Lo que tiene a muchos con insomnio es por qué de buenas a primeras dejaron de respetar pactos de inmunidad tradicionales hacia personajes con cierta “fama pública”, ganada a pulso de no ser unos generosos angelitos de la caridad.

Se intuye que esta vez la federación ni aviso le dio a las autoridades municipales y estatales antes de efectuar las capturas que realizó de varios malhechores peligrosos, para colmo relacionados de alguna manera con “juniors” intocables e innombrables, y hasta con políticos encumbrados y funcionarios.

No se la esperaban ni creyeron que la gente de Bucareli fuera capaz de mostrar así su enojo ante el disimulo de autoridades locales; los de afuera y lejos, comenzaron a limpiar la zahúrda sin pedirle permiso       a los dueños ni a los socios o padrinos.

Pero, ¿todo quedará nada más en eso con “esos”?. Porque aún hay mucho más. La inseguridad pública y las extorsiones, no es a salivazos y riñas entre funcionarios como cesarán. La gente espantada no quiere shows de carpa, sino acciones contundentes contra las mañas y los jefes de los mañosos.

Por su parte, no muy de mi agrado, pero hago eco de la inconformidad y enojo del gremio de las masajistas y terapeutas profesionales de Acapulco; alegan que quienes anden en relaciones peligrosas con narcos, no tienen por qué usurpar su oficio como argucia de defensa pues las desprestigia.

Las sexoservidoras a domicilio igual están encanijadísimas pero espantadas,  calculan dejar de prestar sus servicios a cualquiera que las contrate si antes no les muestran su carta de no antecedentes penales y revisar los domicilios por si las dudas.

En fin, una semana muy pesada informativamente en que una vez más quedó de manifiesto la falta de profesionalismo y eficiencia de los responsables de informar al pueblo los acontecimientos importantes.