Por Felipe Victoria Zepeda

 

¿Inicia “mini guerra civil?

 

Colegas de medios en el continente asiático y en el vecino imperio yanqui, así como mexicanos residentes en el extranjero, estudiantes en Inglaterra, Francia y España, me pidieron a través del Internet una versión de lo que ocurre en el siempre bello puerto turístico más codiciado de México por los políticos.

Antes que todo les preocupa saber si en México ya estalló otra revolución, pero de estilo muy diferente a la que sobrevino tras el asesinato cometido contra el presidente Francisco I. Madero el 22 de febrero de 1913, ordenado por un militar traidor para usurpar el mando, pero de inmediato caudillos regionales y militares regulares se disputaron a muerte el mando nacional, iniciándose una decena trágica y el país apenas comenzó a pacificarse en 1929, bajo la férrea mano del cuasi tirano Plutarco Elías Calles, al que después puso quieto el General Lázaro Cárdenas del Río.

Desde el otro lado del mundo calculan que ahorita en México no se trata de una rebelión de calzonudos de manta con huaraches y carabinas 30-30, con sus adelitas detrás cargando el chilpayate y echando tortillas en los campamentos de combate, trasladándose a veces sobre trenes del ferrocarril.

Según ellos los nuevos combatientes andan sobre camionetas lujosas, usan camisas de seda, andan enjoyados y equipados bélicamente mejor que las fuerzas policiales; no son gente en la miseria sino en la efímera riqueza que les da el narcotráfico y utilizan de carne de cañón al gremio disidente sindical del magisterio apócrifo, que cobran sueldos de los gobiernos sin ser de veras educadores calificados.

Me dicen que el apetito voraz de algunas potencias extranjeras tiene la mirada puesta en la República mexicana, aún integrada por 32 entidades libres y soberanas; pero auguran la desanexión de un grupo regional de ellas para constituir un “México Libre del Sur” dentro de un tiempo, al que “protegerían” a cambio de concesiones para explotar las riquezas naturales. ¡Ufff y recontra ufff!

Quienes vivimos en México no tenemos mucha idea del impacto sicológico para quienes muy lejos de aquí miran imágenes de encapuchados vandalizando instalaciones públicas o bloquean caminos y calles, incendiando lo que se les antoje sin que los sometan al orden ni los encarcelen.

¿Cómo defender y explicarles que no es para tanto eso que se imaginan?, ¿pero acaso estamos tranquilos y muy contentos con lo que sucede de veras y bendiciendo a la voraz aristocracia de la burocracia que no tiene llenadera?

Mejor paso al show de políticos guerrerenses declarándose la guerra a salivazos para ver quien tumba a quien; un lío de pronóstico reservado, que colmará la paciencia del gobernador Astudillo ante los enanos del circo que le están creciendo.

Destaco un fragmento de lo publicado por EL FINANCIERO en una nota de Jorge Monroy:

“AL MENOS SIETE ALCALDES EN LA MIRA DEL NARCO: FISCAL JAVIER OLEA”

Mientras en el 2005 en Guerrero sólo operaban el Cártel de Sinaloa, la organización de los Díaz Parada y los Zetas, la llegada en el 2007 de la Familia Michoacana vino a reconfigurar el mapa delictivo del estado, provocando escisiones y la creación de hasta 50 minicárteles repartidos por las siete regiones del estado.

El fiscal de Guerrero, Javier Olea, dijo que algunos de esos grupos tienen actualmente amenazados a seis o siete alcaldes: tres de Tierra Caliente, dos de la Montaña y dos de otras zonas.

Se sabe que algunos de ellos son los de Chilapa y Zitlala, Jesús Parra García y Roberto Zapoteco Castro, respectivamente; de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, y de San Luis Acatlán, Javier Vásquez García, entre otros.

De los 81 municipios guerrerenses, una decena es punto crítico de las autoridades por la presencia de grupos criminales que operan en Acapulco, Iguala, Teloloapan, Coyuca de Catalán, Pungarabato, Chilapa, Ajuchitlán, Arcelia, General Heliodoro Castillo, Cutzamala, San Miguel Totolapan, Tlapehuala, Zirándaro, Cocula, Tlalchapa, Coahuayutla, Iguala, Apaxtla, Cuetzala y General Canuto A. Neri.

Oficialmente, en Guerrero operan siete grupos delictivos: el Cártel Independiente de Acapulco; Guerreros Unidos; los Rojos; los Ardillos; el Cártel Jalisco Nueva Generación; la Barredora; los Granados, así como los resabios de los Caballeros Templarios.

Existen minicárteles, entre ellos, el de la Sierra; los Ardillos, los Granados y los Tequileros.

El 21 de enero de este año, el fiscal de Guerrero, Xavier Olea Peláez, dijo que unos 50 grupos de la delincuencia organizada se disputan las regiones del estado de Guerrero”.

La nota de Jorge Monroy abunda en datos relacionados al ajuste de cuentas que le hicieron al infortunado alcalde de Pungarabato en territorio michoacano.

Una desgracia eminentemente de índole policiaca y no política, como coincidieron los gobernadores Silvano Aureoles y Héctor Astudillo, pero la calentura y desmesura de algunos políticos guerrerenses ya politizó el asunto y se subieron al ring, echando pestes y pidiendo destituciones de funcionarios tan importantes como el alcalde de Acapulco y el secretario General de Gobierno.

La discordia pone más leña a la hoguera en que está Guerrero, imposibilitando acercarse al sueño de Héctor Astudillo de lograr orden y paz, mientras una gran purga de maleantes antes tolerados comienza a llevarse a cabo, con las consecuencias que muy pronto se verán.