No hay que esperar hasta que reviente el avispero…
Por Felipe Victoria Zepeda
Digan lo que digan, a Erika Lührs la pusieron a bailar con el feo tigre feroz de muchas cabezas.
No era lo mismo la vocería en la campaña del candidato Héctor Astudillo, con lo coordinadores Manuel Añorve Baños y René Juárez Cisneros, donde cualquiera se colaba aunque tampoco invitaban a los eventos a “las plumas marcadas”, que después del inicio de noviembre del año pasado, cuando la dama se encontró con las ruinas de una que jamás llegó a ser una verdadera Dirección de Comunicación Social en el último convulso año, desgobernado por un voraz ex guerrillero académico que fomentó la ingobernabilidad y con su enorme pandilla no encontraban qué llevarse.
Bien trascendió que prensa del alma mater universitaria guerrerense hacía sus propios movimientos alternos en pos de una eventual candidatura independiente ajena a partidos políticos y algunos comunicadores picaban de flor en flor en los eventos de nueve candidateados a la gubernatura.
El espionaje gremial, los trascendidos y filtraciones de mala leche estuvieron a la orden del día en la feria de zancadillas, no solo entre quienes contendieron por la gubernatura sino entre la gente de prensa.
En algunos partidos tuvieron la ocurrencia de exigir exclusividad, imposible ante la pluralidad que debe caracterizar al gremio; de ahí se confirmaron algunas camarillas y cofradías, y se generaron algunos “clubes de Tobi”, en perjuicio de los aspirantes a la gubernatura.
Me pregunto si le dejaron a Erika Lührs un padrón confiable de tantos que ejercen de veras el periodismo en Guerrero y si acaso antes existía.
Por esa estratégica dependencia transitaron en la “indigestión” de Rogelio Ortega, unos días Cuauhtémoc Saavedra, Misael Habana y Arturo Solís Heredia, indudables periodistas conocidos y reconocidos de mucho tiempo, pero que al saberse tan solo de paso no desperdiciaron el tiempo en ningún plan de nada.
Obvio que desde la campaña se iba perfilando el resultado para el 7 de junio, Beatriz Mojica Murga bastante logró con que la aceptaran de candidata avanzando contra el machismo misógino de las tribus y corrientes perredistas que tal vez sí se hubieran unido pero en apoyo al “jaguar” Armando Ríos Piter.
Claro que con el oriundo de Tecpan, tampoco se hubiera aliado el Movimiento Ciudadano de Luis Walton Aburto, que aceptaría coalición siempre y cuando fuera a su favor, y entonces se convirtió en el fiel de la balanza, impidiendo que la damita amarilla consiguiera más votos para acercársele al PRI que tenía que regresar con todo, tras de permanecer diez años en la lona por la llegada consecutiva de dos candidatos externos.
De todos modos la década de Zeferino y de Aguirre no convenció y el narcoescándalo de Iguala sumió en la desconfianza al perredismo guerrerense para mucho tiempo.
Vaya un panorama difícil para Héctor Astudillo al asumir el mando de una entidad ardiendo en la ingobernabilidad desatada, sin orden ni paz por ninguna parte, no tenía entonces porque ser menos duro el ámbito para Erika Lührs con tantas agrupaciones formales e informales de periodistas y de usurpadores del oficio, incluso con infiltrados de mafias y de la guerrilla, con activistas disfrazados de reporteros o metidos de comentaristas de la radio universitaria.
Cuesta arriba el camino de la directora de Comunicación Social con una larga serie de cuentas pendientes de convenios no cumplidos, sin un céntimo en las arcas de la dependencia.
Las avispas en enjambre comenzaron sus ataques furibundos entorpeciendo eventos del nuevo gobernador, ¿cómo convencerlos de guardar compostura y tener paciencia?
A pesar de todo muchas cosas se han logrado; destacaría la transparencia por fin y ya no hay cuentas misteriosas ni apoyos simulados o triplicados por lo menos.
Pero el problema de fondo es que ni están todos los que de veras son ni son todos los que estaban anotados desde antes, eso ha dificultado tal vez el que el gobernador tenga acercamientos periódicos y constantes con el verdadero gremio para compartir estrategias.
Alguna vez hasta lo acusaron de ordenar pacto de silencio agraviando la libertad de expresión, mal entendido fraguado en las redes sociales donde como en las pilas de agua bendita cualquiera mete la mano; lo grave es que lo hacen sin ninguna responsabilidad y utilizando identidades falsas, y al que se le ocurra lanza sus “periódicos digitales” en la mayor clandestinidad, pero el colmo es que hasta exigen convenios publicitarios.
De no poder dormir con tranquilidad para un merecido descanso, obviamente hay muchos ajustes logísticos de que debiera ocuparse Erika Lührs, no en cuanto pueda, sino cuanto antes, porque la situación de Guerrero no es para soportar una torre de babel informativa, donde cada quien publique donde sea lo que se le ocurra, sea cierto o calumnia.
La inconformidad e incomodidad del verdadero gremio va creciendo y podría estallar el avispero, los que sí son no toleran más a los que no son; alguien debe sacudir entonces tanto polvo.