Astudillo blindado, pero no bien  prevenido…

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

Quienes durante poco más de una década me han honrado con su atención leyendo mis colaboraciones en El Sol de Chilpancingo, conocen que no mi estilo la lisonja zalamera hacia funcionarios.

Diría que no comulgo con esa manera de granjear la buena voluntad de los que mandan para obtener beneficios; por eso quizá abuso de la crítica dura pero nunca destructiva, sino con el ánimo de proponer soluciones prácticas constructivamente, nada mejor que se nos indique a tiempo si hay errores y cuales son.

De modas, cocina y belleza jamás me atreveré a opinar, pero de cuestiones policiacas, de seguridad pública y procuración de justicia sí, pues me avala experiencia laboral de años en otras latitudes, que me dio por traducir en novelitas, pero en Guerrero son muy pocos quienes tienen el hábito de asomarse a los libros.

Sin embargo sus prejuicios e inseguridades hacen que se burlen y denuesten a quienes dedicamos muchas horas a esos menesteres. De algunos de mis títulos me han dicho que podían haberlos escrito mejor y lamento que no lo hayan hecho si nadie les amarró las manos, me hubiera gustado a mí sí comprárselos y leerlos antes de criticar negativamente.

Quizá por ello a veces me porto “sangrón” y a quienes pretenden debatir conmigo, los conmino a primero publicar aunque sea dos o tres libros, para poder subirnos al ring con peso equilibrado.

Haga usted de cuenta como si una muchacha virgen y necia le quisiera alegar sobre la gestación a una embarazada que ha parido muchas veces.

Para mi sorpresa conozco personas con licenciatura en Filosofía y Letras que jamás han escrito una obra y se quedaron cuando más de correctores de estilo que ya no encuentran chamba en ninguna parte, por culpa de los programas de las computadoras personales y la economía crítica de medios impresos.

Entonces “zapatero a tus zapatos”.

Con la mejor buena voluntad del mundo los gobernadores  acostumbran poner en áreas muy estratégicas a personas de toda su confianza, pero sin oficio ni experiencia concreta en las cosas de que tendrán que hablar y opinar.

Parecido les ocurre a encargados de procurar justicia, que ponen sus áreas de prensa en manos de amigos personales muy recomendados que no tenían idea previa del funcionamiento del Ministerio Público, peritos y policías ministeriales; o visión panorámica de lo que antes se llamaba averiguación previa o pliego de consignación, inclusive que ni distinguen entre lo que es una demanda o una denuncia.

El resultado es que los embarcan dejando que den versiones y explicaciones muy peregrinas sobre acontecimientos proditorios delicados, quedando en ridículo y haciéndose bolas, coloquialmente dicho.

Pero lo peor es cuando a los meros gobernadores no les llega la información oportuna y precisa de los acontecimientos, y quedan en evidencia.

Claro que para rellenar con paja pronunciamientos y discursos no hay problema. Algo que me llama mucho la atención es el marcado interés en destacar la coordinación interinstitucional y operativos de inteligencia para lograr capturas de muy mediano rango, pero exagerando la peligrosidad de las maleantes aprehendidos a veces por chiripadas.

Esa “coordinación estrecha” que tanto cacarean, bien se sabe que es de mentiritas, pues las distintas corporaciones guardan celosamente y esconden las partes del rompecabezas criminal con que cuentan, en vez de compartirlas para entre todas actuar simultánea y eficazmente.

No se me olvida por ejemplo en agosto del 2011, cuando Edgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, se moría de risa de la sarta de tonterías que aseveraba el omnipotente y prepotente Genaro García Luna de cómo habían capturado, sin un disparo ni rasguño, al peligroso jefe de sicarios de los Beltrán Leyva y El Chapo Guzmán en territorio mexiquense, cuando Enrique Peña Nieto era el gobernador en vísperas de ser candidateado.

Parecido ahora, a cualquier mequetrefe lugarteniente lo califican de “jefe de plaza” y casi “capo” de organizaciones criminales que actúan a ciencia y paciencia en territorio guerrerense, gracias a padrinazgos y el disimulo de corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno.

Ahí van todos los figurones públicos a su dosis de reflectores disputándose un cachito de gloria, mientras a algunos los traiciona el nerviosismo trabándose al hablar; pero si no les bastara con ello, cometen el error de anunciar nuevas estrategias, como si “de cuates”  estuvieran avisando a las mafias por donde piensan llegarles, algo que ningún investigador de veras profesional haría, pues el sigilo y la secrecía en operativos futuros son primordiales.

Por eso la DEA se ríe tan frecuentemente, aunque en inglés y por eso no entienden ni se dan cuenta. Como esa corporación extranjera no debiera tener intervención operativa, aunque sus agentes sean los que localizan narcos no lo hacen público y dejan que se repartan las migajas los mexicanos, que conociendo escondites de los pillos los dejaban tranquilitos… por órdenes superiores o contubernio.

No pintan fáciles para el gobernador Astudillo los meses que faltan de aquí a noviembre. Necesita no únicamente que lo mantengan blindado los de su séquito, sino que lo asesoren conocedores de la problemática de seguridad pública que sí se interesen en diezmar a las mafias, en lugar de disimular tolerándolas.

En agosto podríamos ver algunos ajustes vitales.