* Acabús divide a permisionarios

* Ausencia de operatividad, clave

* Argumentos de rebeldía y boicot

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

Héctor Astudillo Flores va en solitario a la operatividad política del Acabús.

El alcalde Evodio Velázquez Aguirre se rezaga o titubea en entrarle con firmeza y decisión. El organismo público descentralizado del Transporte Colectivo Acabús está en manos de personas inexpertas, sin perfil para sortear las amenazas de boicot que han lanzado los permisionarios afectados en sus intereses, que están en franca rebeldía.

El librito de la Ley de Transportes en Guerrero es el último recurso, cuando se fracase en las mesas de negociación y no se llegue a los acuerdos. Que ya se vio y era predecible.

Los permisionarios del Bloque Uno han proferido bravuconadas de que están dispuestos a atravesar camiones urbanos en los carriles del Acabús, para evitar su circulación. O sea, crear un punto de conflicto, donde aún no existe, pero si se deja escalar les estallará en las manos.

Esta amenaza es producto de que han fallado los “asesores” del gobernador Astudillo, al menos el más visible es Fernando Donoso Pérez, en tratar de disuadir, convencer y argumentar las bondades, beneficios y qué les van a ofrecer a los permisionarios, que aducen van a echar a la calle, al desempleo, a 400 choferes de urbanos. Conocemos su temperamento y no ofrecerá ningún desgaste a su figura política, que cuida y sobrestima.

Si Astudillo asume lo que ya está visto, la operatividad política, para redefinir y decidir cómo evitar el estallido, el punto es relevar a quienes fracasaron en la misión de operación y llamar a los rijosos y rebeldes a retomar una ruta de entendimiento. Luego, insistir en el diálogo para encontrar acuerdos, pero con operadores que reúnan el perfil negociador, sin que les duela tener descalabros o verse amenazados.

Hasta donde se ha logrado conocer parte de una negociación mal hecha, sí existe un sector o bloque de permisionarios que han externado su postura favorable a cubrir nuevas rutas, o alternas, pero no así los que cubren la Costera Miguel Alemán, que están reacios. Lógico, es la ruta turística que deja más dinero.

Si hay una tenue disposición de los acapulqueños a estrenar un nuevo sistema de transporte, pero es focalizado a dos redes troncales o avenidas, que cubren la ciudad de Este a Oeste. La falta de conocimiento de los asesores del rubro, ha limitado su margen de maniobra. O sea, se les hizo bolas el engrudo.

No han socializado el producto que van a introducir, ni tampoco lo han hecho con argumentos fáciles, accesibles. Piensan imponerlo, porque tienen esa mentalidad gobiernista, obsoleta, caduca, de su formación en el poder con visión altanera, cargada de estulticia.

El gobierno tiene la facultad legal de otorgar permisos o concesiones de transporte a particulares que se comprometan a ofrecer un servicio eficiente. Pero esa concesión no es a perpetuidad, ni tampoco es garantía de que no pueda ser revocada, cuando el usufructuario incurra en faltas o atente contra las atribuciones que regula la ley del transporte. Es tan simple como sencillo.

¿Por qué, entonces, hay permisionarios que por ignorancia u omisión de la ley, se esfuerzan en ir contra el espíritu de modernizar el transporte de Acapulco? Fingen ignorar que durante años fueron beneficiados de una concesión y que el servicio prestado ya no ofrece condiciones de rentabilidad, porque lo dejaron caer, lo exprimieron hasta agotarlo.

Abusaron durante años con un servicio de transporte urbano donde había discotecas rodantes, tubos para el baile, grafitis, uso ilegal de imágenes con derechos de autor registrados, muertes de ancianos, mujeres y niños, motociclistas atropellados, volcaduras por jugar carreritas o disputarse el pasaje entre choferes irresponsables, el uso de chalanes, la violación sistemática del reglamento de tránsito al pasarse los altos y no respetar paradas establecidas.

Todo ese desmadre tolerado por la autoridad, ya es hora de su final. No tienen argumentos los que se declaran en rebeldía.

Un referéndum o plebiscito en Acapulco daría la respuesta a la pregunta sencilla: ¿Quiere el Acabús? La obviedad es hasta ofensiva, pero a los acapulqueños hay que preguntarles si quieren vivir con sus urbanos destartalados, chatarras y choferes con chanclas de pata de gallo y andrajosos, o quieren un Acabús que sea seguro, confiable y con aire acondicionado.

¡Ah!… pero qué calor está haciendo…

Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.