* Hay 50 mil productores de amapola en mil 280 comunidades de esa zona del estado

 

* La eventual legalización del cultivo de esa flor, de la que se extrae la goma base para la heroína y potentes fármacos, ha generado grandes expectativas entre la gente de la región

 

BERNARDO TORRES

 

La Sierra de Guerrero ha sido, en los últimos años, rehén de las bandas de la delincuencia organizada que se disputan la siembra, el control y el tráfico de la goma que se extrae de la flor de Amapola, que es la base para procesar la heroína y que se ha convertido en el principal cultivo para la subsistencia de más de mil comunidades.

Esto ha llevado a la región a ser la productora número uno en México, y de los primeros a nivel mundial, lo que también ha criminalizado a quienes se dedican a cultivarla, al grado de calificarlos como delincuentes o narcotraficantes, pero ahora están dispuestos quitarse esos calificativos.

Han empezado por aceptar que la siembra de amapola es su principal medio de subsistencia y recientemente, tras las declaraciones del gobernador Héctor Astudillo, ven una esperanza para que el producto que ha sido el causante de los conflictos y la violencia, se convierta en un detonante económico para la Sierra de Guerrero.

En el corredor que conforman los ocho pueblos de la Sierra que se han unido para promover la legalización del cultivo de la flor roja, también se están organizando para comerciar de forma organizada la goma de opio.

Conscientes de lo que significa su comercialización y de los alcances económicos que podría traer consigo la legalización del cultivo de la amapola, se han anticipado a las autoridades y urgen a los congresos local y el federal tomen el asunto con seriedad.

Saben que en un futuro, la venta y producción de amapola superará en ganancias a la minería, y sin contaminar; incluso asemejan su alcance con el petróleo, que en determinado momento también se agotará, lo cual no pasará con la amapola, que ya han empezado a considerar como “El Oro Verde”.

 

“Sierreños”; víctimas de la delincuencia y el gobierno

 

La última década ha sido dura para los pueblos de la Sierra, asediados por la pobreza histórica, la guerra contra el narcotráfico que se libra en sus territorios entre el gobierno y las bandas de la delincuencia organizada, y recientemente el combate a la siembra de enervantes, base de su economía.

Comunidades como Polixtepec y Campo de Aviación, han sido dos de los pueblos que durante varios años vivieron secuestrados por grupos de la delincuencia organizada, similar a casos como Amatitlán y Carrizalillo, donde se registraron varias masacres que sumieron a los pobladores en el terror.

Esto dio origen a grupos de autodefensa, que posteriormente se convirtieron en la Policía Rural, que ahora con la salida del Ejército y de la Policía Estatal, tras los conflictos con el gobierno, es la única corporación que brinda seguridad.

El incumplimiento del gobierno estatal los llevó a movilizarse en Chilpancingo, el pasado 28 de abril, registrándose ese día una confrontación con elementos de la Policía Federal que dejó un saldo de 71 personas detenidas, por quienes tuvieron que pagar una fianza de más de un millón de pesos, que significó un duro golpe para las comunidades de la sierra.

El gobernador Héctor Astudillo Flores señaló que el enfrentamiento se había dado por una infiltración de la delincuencia organizada en el movimiento en el que participaron habitantes de la sierra y transportistas.

La siembra de enervantes ha significado que los pobladores sean criminalizados y llamados narcotraficantes, lo que de alguna forma también los ha marginado de los proyectos productivos que el gobierno lanza cada año.

En los últimos días, la Secretaría de la Defensa Nacional ha iniciado un combate intenso contra la siembra de amapola, para lo cual emplea hasta seis helicópteros diariamente para fumigar los plantíos.

Esta campaña ha despertado la molestia de los pueblos, que acusan que los helicópteros fumigan zonas sus manantiales y lugares donde no hay necesidad de hacerlo; “no nos oponemos a que los combatan, pero que no afecten aún más a la gente de por sí afectada por la pobreza”, señalan.

Se quejan de que en esta descontrolada fumigación, son afectadas también cultivos de aguacate, de peras, manzanas, durazno, zonas donde crece la mora silvestre, plantíos de maíz y calabaza, productos que son para el autoconsumo.

“No se dan cuenta (los militares) que están haciendo una gran afectación a todo el suelo, y principalmente al monte, secan los árboles”, explican.

El comisario de la comunidad de La Laguna, ubicada en la parte baja del filo, dijo que ellos dependen del agua que baja de la sierra y han empezado a padecer enfermedades asociadas a la contaminación de los mantos acuíferos.

Con el agua contaminada, con enfermedades y sin médicos ni medicinas, se encuentran en la total indefensión.

 

Mil 280 comunidades se dedican al cultivo de enervantes

 

En la región colindante de los municipios de Chilpancingo, Heliodoro Castillo, Leonardo Bravo y San Miguel Totolapan, hay mil 280 comunidades, que se dedican al cultivo de la amapola.

Sin embargo, a pesar de que son un gran negocio para los traficantes, sus pobladores siguen sumidos en la pobreza.

“A pesar de que somos un estado y una región productora de goma de opio, la gente está muy jodida, porque no tienen el dinero suficiente como para que puedan subsistir, la mayoría de la gente de la Sierra, si le preguntas que a dónde se va de vacaciones cada año, te van a decir que a la planta de amapola, porque mucha gente en la Sierra, todavía no conoce Acapulco”, refiere uno de los comisarios.

Son alrededor de 50 mil ciudadanos que se dedican al cultivo de la amapola, pero no gozan de los beneficios que trae consigo la comercialización de la goma, como sí pasa en países desarrollados donde el cultivo de esa flor está controlado.

Un campesino que trabaja en esta actividad gana un promedio de mil pesos a la semana; cuando al productor no le va bien o su plantación es fumigada, en lugar de ganancias, queda endeudado y para el siguiente año debe trabajar el doble.

“Los productores todo el tiempo están endeudados, aquí en la sierra estamos viviendo como la canción de ‘El Barzón’, cuando dice: se me reventó el barzón, y siempre la yunta andando. Aquí es lo mismo, porque si en aquellos tiempos se endeudaban con las tiendas de raya que tenían ahí para comprar víveres y despensas, aquí se endeudan con las tiendas comerciales, porque ahí es a donde van y compran todos los insumos: fungicidas, insecticidas, fertilizantes, todo para la planta”, explica un comisario.

Por ahora, el proyecto de trabajar la amapola de manera controlada se aplica en 18 pueblos que al ver la disminución de los índices de violencia se han sumado, y se espera que pronto estén adheridas comunidades de la Costa Grande y Tierra Caliente.

De haber una regulación y legalización de la siembra de amapola con fines medicinales, piden que sea en la Sierra donde se empiece con dicho proyecto, “para no meternos en el problema del mercado negro, que solo nos deja altos índices de inseguridad, muertes, asesinatos y de falta de recursos, para que se pueda sostener el cultivo de la amapola”.

Los dirigentes de la Sierra señalan que buscarán como objetivo, constituir una sola cooperativa, que sea la que regule en toda la Sierra el producto, y comercializarlo a quien venga, principalmente a los laboratorios, que son a los que se les tiene que vender el producto.

 

Conforman en la Sierra una cooperativa para comercializar la Amapola

 

La anticipación a una posible legalización del cultivo de la amapola ha sido tal, que desde el año pasado en la Sierra de han organizado conformando una especie de cooperativa para comercializar de forma ordenada y sin intermediarios el producto intermedio, la goma de opio.

Para la mayoría de los campesinos es sólo un cultivo más, aunque éste tienen que hacerlo en la clandestinidad; es el único sustento que tienen ante el abandono gubernamental en el que han vivido durante décadas y, en los últimos años, secuestrados en sus propias comunidades por la delincuencia organizada.

Los productores organizados ven en la goma de opio el negocio del futuro, sólo comparado con el oro y el petróleo, además de que este no contamina, como las minas a cielo abierto para extraer el oro y no se agota como el petróleo.

“No vamos a hacer como lo hacen las empresas trasnacionales que explotan minas a cielo abierto y que están dañando nuestros ecosistemas, los ríos, nosotros hemos destinado ya las áreas de siembra de amapola y que no se abran más nuevos espacios, sino que sean los rastrojos que ya se tienen con anticipación, con la finalidad de no destruir los bosques, el medio ambiente y aumentar la captación de agua”, es la consigna de los pueblos.

La preocupación es grande ante los amagues de la delincuencia organizada, y urgen a las autoridades estatales y federales a legislar cuanto antes sobre el cultivo de la amapola con fines medicinales.

“Se tienen que meter las manos para bajar los índices de inseguridad, el gobierno sabe que es necesario pero no lo está tomando en serio; a cada rato le preguntan al gobernador, pero dice que no hay avances, queremos que ya se tome con seriedad”, señalaron los comisarios en conferencia de prensa.

Sin embargo, la Sierra ha sufrido también las consecuencias: Conflictos armados que obligan el cierre de las escuelas, de hospitales, no hay avances en carreteras, al grado que para trasladar una persona enferma hacen 10 o 12 horas para llegar a los hospitales más cercanos.

La gente ha llegado a la necesidad de sembrar este tipo de enervantes porque quiere llevar un plato de comida a su mesa, quiere comprarle calzado a sus hijos, y la siembra va en aumento por todas las necesidades que hay en la Sierra, orillados por que los proyectos productivos simplemente no llegan.

Han planteado la creación de la Secretaría de la Sierra, como la hay para los pueblos indígenas, “para que se detone el desarrollo de la sierra, a nivel nacional somos número uno en cultivo de amapola, porque las autoridades estatales y municipales no le han metido los recursos necesarios”, explica el mismo comisario.

Ocho pueblos del filo ya tienen un comité que concentra la producción de las tres temporadas anuales, donde hacen los tratos directamente con los compradores, que para este fin no importa a qué grupo pertenezca, pues tampoco les permiten ingresar a su territorio.

Recientemente han llegado compradores de distintas partes del estado y el país trascender la conformación de este comité.

La mercancía es intercambiada en los límites del territorio al que pertenecen las 18 comunidades que conforman la Unión de Comisarios de la Sierra por la Paz y el Desarrollo.

De las ganancias que obtienen, un porcentaje se queda en manos de la organización, con lo cual se apoya en la construcción de escuelas, centros de salud y para la reparación de caminos; incluso también compran armas y patrullas para la Policía Rural, la única corporación que se encuentra actualmente brindando seguridad en la región.

La estrategia está causando revuelo en la Sierra y cada vez son más pueblos que retoman este modelo, sobre todo porque ha reducido los niveles de violencia que generaba la disputa por el control del trasiego de goma de opio.

“Aquí no nos interesa que cártel entra, o de que línea, lo único que queremos es que alguien nos traiga el dinero pa’ que se lleve la chingadera esta, porque es un medio para sobrevivir de la población”, asegura el comisario. (API)