Isidro Bautista

 

A siete meses de haber asumido el cargo, decenas de alcaldes aún no conciben el alto grado de responsabilidad que tienen en sus manos para conducir con acierto e inteligencia el destino de sus gobernados.

La mayoría de los presidentes municipales se encuentran sumidos en la impotencia, tratando de eludir hasta su más elemental compromiso como es el de brindar seguridad a los habitantes, ya no digamos las delicada crisis administrativa, financiera y social de sus municipios. Sus débiles planteamientos o propuestas no han tenido firmeza ni mucho menos contundencia para encontrar eco ya sea en el Congreso del Estado o en el Ejecutivo, y abrir cauces que les permitan tener mayores posibilidades de éxito en la búsqueda de apoyos para resolver sus problemas graves.

Acapulco y Chilpancingo son dos ejemplos conmovedores de la crisis en que se ven envueltos.

De entrada, son dos municipios cuyos alcaldes aún no encuentran la brújula, y sus acciones, sin querer ser adivinos, son más bien resultado de la improvisación y de la ocurrencia. Están azotados por una delincuencia irrefrenable, con servicios públicos deficientes, con decisiones equívocas que caen en el populismo, y desgastadas formas en el accionar político.

Sin duda alguna, en esos dos municipios hay una gran decepción ciudadana, y lo que es peor: arrastran un desgaste considerable, en donde la confianza popular se encuentra con desaliento grave.

En Chilpancingo el problema eterno ha sido el agua potable, un asunto por años y años pendiente; sin embargo, dicho recientemente por el director general de la Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del Estado de Guerrero (Capaseg), Arturo Palma Carro, se hizo en los dos últimos años una inversión millonaria, autorizada por el presidente de la República, y para sorpresa de todos la ausencia del vital líquido es evidente.

Tanto es así que miles de familias están a punto de la desesperación. ¿Hay ineficiencia de quien dirige el sistema? ¿hay negligencia e incapacidad? ¿existe un esquema de distribución obsoleto? ¿hay ocultamiento o engaño a la ciudadanía?

La gente espera una explicación de su presidente municipal, Marco Antonio Leyva Mena.

Pero aún más: ¿qué está ocurriendo en el Ayuntamiento de Chilpancingo? El palacio municipal ha sido tomado por los trabajadores en más de media docena de ocasiones, y en reiteradas manifestaciones han expresado su queja por no ser escuchados por la autoridad municipal, o que se les engaña, que son sujetos de represalias o de tratos inadecuados; hay hacia muchos sectores ciudadanos displicencia y abuso de autoridad.

Veamos el caso de los pozos de Mochitlán, una de las fuentes de abastecimiento de agua para la capital del estado, que llevan paralizados varias semanas, lo que es factor para que se agudice terriblemente el problema de la escasez de agua para el consumo humano. ¿Qué es lo que ocurre? El Ayuntamiento de Chilpancingo ha incumplido compromisos con el de Mochitlán y las autoridades mochitlecas, en respuesta, han cerrados los pozos, afectando a los habitantes de Chilpancingo que llevan más de un mes azotados por la ausencia del vital líquido.

Recuérdese que el asunto del agua es hoy un asunto de seguridad nacional; sin embargo, esto no ha sido entendido así por la frivolidad, desinterés y valemadrismo con que se conduce la autoridad municipal.

La autoridad municipal anuncia y anuncia decenas de obras, que se entiende son necesarias en Chilpancingo, pero pareciera que son fuegos de artificio para engañar a la gente y endulzarle el oído, pues la crisis financiera grave que enfrenta el país… los recortes presupuestales, los bajos precios del petróleo, la bancarrota económica que vive el municipio hacen inviables, irrealizables esos proyectos.

Toda autoridad debe ser cautelosa y prudente en el ofrecimiento de obras y servicios, pues si de algo está fastidiado el pueblo es de la mentira y el engaño, práctica cotidiana de políticos y funcionarios públicos de todos colores y sabores.

Otro asunto que deja a uno sorprendido es que a siete meses de haber entrado en funciones la autoridad municipal descubre que hay más de 350 “aviadores” en la nómina, y que sólo acuden al cobro quincenal de su salario. Después de más de 200 días de no haberse percatado de un hecho a todas luces ilegal y de no tomar decisiones oportunas, cabe preguntarse: ¿qué pasa en el ayuntamiento de Chilpancingo?

Si esto se ha dejado correr, ¿qué estará pasando con los laudos laborales? Seguramente serán decenas, que podríamos asegurar que, hasta el momento, no han encontrado un esquema apropiado para enfrentarlos.

Los laudos laborales se han producido por prácticas inmorales, en donde los responsables tienen nombre y apellido. Quienes han abultado las nóminas oficiales otorgando ilegalmente la basificación de sus trabajadores, práctica que se ha dado regularmente al finalizar los periodos de gobierno, o bien aquellos que aun cuando desempeñan funciones de confianza, se atreven a entablar demandas laborales amañadas, con complicidades de autoridades laborales y de abogados inmorales que golpean al erario público.

Como se ve, varias temas requieren de la atención inmediata de los ayuntamientos… pero también del propio Congreso del Estado, que debe asumir su responsabilidad de ser vigilante de quienes gobiernan los municipios guerrerenses.

isidro_bautista@hotmail.com