* Astudillo: Yo no juego ni hago pantomimas
* Al obispo Rangel, lo recriminan armados
* Coparmex: el extraño Mr. Hyde y Dr. Jekill
Jorge VALDEZ REYCEN
Algo tienen los reporteros de Chilpancingo que han sacado de quicio, de sus casillas, a los últimos cuatro gobernadores de Guerrero.
¿Preguntas incómodas, burlonas, con jiribilla? Lo cierto es que han sido incisivos, cáusticos, peor que el curare o el veneno de una cascabel.
Héctor Astudillo Flores reaccionó muy serio, con un tono seco: “mi gobierno no juega, ni es de pantomimas”, les respondió.
Y es que han puesto en la picota de la duda, el plazo de 365 días otorgado por Astudillo para que se vaya recobrando la normalidad perdida por la violencia generada por grupos criminales en disputa de la hegemonía sobre el trasiego de enervantes y el narcomenudeo en ocho ciudades guerrerenses, entre ellas Acapulco.
Astudillo no puede darse el lujo de perder la serenidad ante preguntas impregnadas de un activismo, que antepone el cuestionamiento periodístico simple. Es el juego, sí, de la manipulación. Cuando los reporteros incurren en ello, obligan al entrevistado a caer en el terreno de los titubeos, inseguridad, incomodidad, fastidio, contrariedad, enojo… luego burla y se llega a la falta de respeto mutuo.
El exceso de apertura de un gobernante, al que reporteros pueden cuestionar libremente de cualquier tema, puede ser visto como un avance democrático, sí, pero conlleva a riesgos innecesarios, como el desgaste mediático, ser blanco de trampas, caer en deslices discursivos o inexactitudes de datos que lo emboscarían. ¿Y qué necesidad hay? Cuando se tiene una estructura oficial de medios.
Zeferino se puso un micrófono en la solapa de la camisa y grababa las entrevistas que le hacían. Aborrecía las “banqueteras” y se ganó a pulso el mote de odioso. Se defendió y presentó demandas civiles por daño moral y demás fuegos artificiales. Aguirre apapachó a los medios, en exceso y brotaron los “mochilones” de un sector de prensa menesterosa, marginal. “El Royer” en su año de Hidalgo ni supo, ni vio ni leyó nada. Todo se lo dejó a sus managers de medios y el tiradero.
Astudillo ahora es blanco de una prensa encendida y cargada al activismo, que fallidamente le pretende marcar la agenda de medios. En ese estira y afloja se transita. Ya les dijo, por lo pronto, que no está jugando, ni hace pantomimas en su trabajo por recobrar la tranquilidad y la paz social.
Monseñor Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa, sufre una emboscada de medios. Declaraciones que probablemente hizo, son utilizadas por grupos de hombres armados identificados en extraños membretes de fachada comunitaria o “autodefensas”, para proferir amenazas e inocular más odio. En el argot del chacaleo de notas, se traduce que el obispo cayó redondito.
Al prelado le hace falta la mesura ante temas espinosos, aunque no por ello debe hacer un voto de silencio. Serenidad, aplomo y análisis, están ausentes en monseñor Rangel, lo hemos reiterado desde aquí.
Coparmex padece la extraña enfermedad de Mr. Hyde y Dr. Jekill… por la doble personalidad que asumen en consolidar una fuerza civil que vaya de la mano con sus autoridades, pero al mismo tiempo lo asaltan dudas, recriminaciones, desconfianzas, miedos y una animosidad contra quien sea. Doble discurso, doble personalidad, dualidad extraña. Una cosa son los empresarios de aquí y otra los de allá… donde sea.
Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.