* Necedad del GIEI, causa sospechas
* Quitan padres a Vildulfo el micrófono
* Reaccionan despotricando los “expertos”
Jorge VALDEZ REYCEN
Diego Fernández de Cevallos puso el dedo en la llaga: el GIEI se involucró sentimentalmente con el dolor de los padres de los 43 y su carácter de expertos científicos, sustentados en la ciencia forense, se quedó sin veracidad, objetividad y rigor profesional.
Lo dijeron en su informe, de acompañar a los padres de los 43 normalistas en su dolor y su tragedia. Y eso no puede ser parte de la investigación alterna que el GIEI planteó, pues contaminó con su sesgo popular y humano, lo que debió ser una indagatoria imparcial, sin dedicatoria a las víctimas, ni tampoco el tamiz de beneficiar a los deudos de los desaparecidos.
Esta necedad que apuntó “El Jefe” Diego, tiene una connotación de sobra anunciada por los expertos internacionales contra el Gobierno de la República que los contrató, les pagó dos millones de dólares y les amplió el plazo de seis meses a un año para que aportaran evidencias a la indagatoria ministerial más amplia, documentada y politizada de toda la historia de procuración de justicia en México.
El GIEI reaccionó con necedad a la hipótesis apuntalada por los peritos y expertos en fuego, respecto a las declaraciones de los más de 136 detenidos (entre policías y delincuentes del grupo Guerreros Unidos), de que sacrificaron, cremaron y tiraron los restos óseos al río San Juan. “No los van a encontrar nunca”, es el epitafio que un cabecilla del narco acuñó en su declaración ministerial.
Las reacciones de los padres de familia han sido en extremo desesperadas y angustiantes. Se aferran a la permanencia del GIEI como única opción a la investigación. Refutan la credibilidad de la PGR y, para colmo, evidencian fastidio contra el abogado Vildulfo Rosales Sierra, al grado de quitarle el micrófono y ser los “pinches indios piojosos” los que hablen a los medios de comunicación.
Lo ocurrido en Iguala, en Cocula y ahora se apunta a Huitzuco es otra vuelta a la tuerca de presión que se va apretando. Es el cerco que se va estrechando, se hace angosto y lleva a una vereda polvorienta, la misma que pudieron haber transitado aquellos espantados 43 normalistas que cometieron el delito de robo de autobuses, botear en la caseta de peaje de Iguala y desafiar a la pareja imperial igualteca.
La necedad de los expertos del GIEI en tratar de cerrar la línea de investigación del tiradero de Cocula, es sospechosa.
La detención del expresidente municipal de Cuetzala del Progreso –a unos cuantos kilómetros de Cocula— resulta en la ruta de seguimiento de pesquisas aparentemente inconexas, dispersas o aisladas. Se trata de cabos sueltos, que se van uniendo en el rompecabezas que se ha convertido la investigación.
Adiós GIEI, adiós. Se acabó la ubre millonaria y cero avances sustanciales de su investigación, por la que cobraron y hasta bien pudieron haber repartido limosnas, haciendo caravana con sombrero ajeno.
PD.- Nadie puede suplantar al Ministerio Público como ente investigador del delito. Asumir esa función, es usurpación de funciones, tipificado como delito en México. Eso lo saben abogados que cursan primer semestre de Derecho.
Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.