* “Los vendedores ambulantes tuvieron la oportunidad de asegurar un ingreso gracias a él”, dijo el sacerdote que ofició la misa

 

Redacción

 

Música de viento, tlacololeros, una lluvia de confeti y pétales de cempasúchil enmarcaron la despedida de Juan Serrano Moreno, quien fuera dirigente de los comerciantes ambulantes y semifijos del mercado “Baltasar R. Leyva Mancilla”.

La mañana de ayer se realizó una misa de cuerpo presente en el que fuera el domicilio de Serrano, en la colonia Guerrero 200.

Posteriormente, el féretro que contenía sus restos fue trasladado hasta la oficina que ocupó en vida, frente al mercado central. Sus familiares, amigos y conocidos marcharon detrás de él para exigir justicia por su asesinado, perpetrado la noche del lunes por un grupo de hombres armados.

El contingente fue encabezado por un grupo de tlacololeros, que bailaron durante todo el recorrido.

Detrás, el féretro de Juan Serrano fue llevado en hombros por sus amigos y compañeros, mientras una banda de música de viento interpretaba sones populares de Guerrero.

Hasta atrás, varias mujeres llevaban una imagen tamaño real de San Judas Tadeo, el santo de las causas perdidas.

Cuando llegaron a la oficina de Juan Serrano Moreno, la marcha se detuvo por algunos minutos.

Los encargados de llevar el féretro en hombros doblaron sus rodillas y se inclinaron para despedir al difunto.

Segundos después la marcha avanzó hasta el mercado, a donde ya lo esperaban decenas de comerciantes ambulantes y semifijos, quienes recibieron al féretro con una lluvia de confeti y pétalos de cempasúchil.

“¡Viva Juan Serrano!” y “¡Justicia!” fueron los gritos que lanzaron los comerciantes para recibir a Serrano Moreno por última vez en el mercado.

La música se detuvo y los tlacololeros dejaron de bailar. El féretro de Juan Serrano fue dispuesto ante el altar religioso que se erige en el estacionamiento  del mercado, frente a la entrada principal.

El sacerdote comenzó la misa de cuerpo presente y rememoró a Juan Serrano en vida.

“Estoy seguro que Juan ya vio a su papá Don José, a su mamá Doña Amalia, a su hija Joanna, a su hermano Chavita que mataron cuando la balacera del año 60, cuando la universidad. Estoy seguro que ya está contándoles chistes como se los platicaba aquí a las mujeres. Ya vio a la virgen de Guadalupe. Les aseguro que este hombre lleva un buen de obras buenas, porque se quitó la tortilla para dárnosla a muchos de nosotros”, aseguró el religioso.

El sacerdote sostuvo que el delito de Juan Serrano fue “ayudar a los más jodidos, a los más pobres”, ya que los vendedores ambulantes tuvieron la oportunidad de asegurar un ingreso gracias a él.

Aunque sea rábanos de tres por 10 pesos, pero llevamos dinero limpio a la casa. Acuérdense que cuando fuimos por el gafete no teníamos ni para la foto y ahora ya hasta casa tenemos”, destacó.

A pesar del dolor y la indignación que causó el asesinato del dirigente, el sacerdote llamó a sus familiares, amigos, conocidos y agremiados a perdonar a los homicidas y orar por ellos.

“Ofrézcanle al Señor por los que agredieron a Juan, que Dios se manifieste en su vida para que se arrepientan y no lo vuelvan a hacer. Hay que rezar por los delincuentes, para que se arrepientan y no vuelvan a cometer sus maldades”, exhortó el religioso.

La misa de cuerpo presente concluyó entre aplausos, porras, gritos de justicia y lluvia de pétalos.

Durante media hora, los comerciantes se turnaron para montar guardia alrededor del féretro, mientras la banda de “chile frito” interpretaba los sones de Guerrero y los tlacololeros bailaban alrededor.

Posteriormente, el cuerpo fue llevado al panteón nuevo, donde se le dio cristiana sepultura.