La primavera, Juárez y la vergüenza perdida
Felipe Victoria
Principalmente en Teotihuacán y Xochicalco se concentran decenas de miles de personas a recibir la energía solar del equinoccio y cambio de estación, por aquello de las creencias místicas de los aguerridos pueblos autóctonos a los que un puñado de aventureros iberos conquistó con estampitas, adoctrinándolos para ser sumisos a la explotación en vida, a cambio del cielo.
Los que no profesan esas ideas prefieren dorarse la piel en las playas pasando unos días diferentes, emocionantes y placenteros, que este año bisiesto coinciden con la liturgia católica apostólica romana, recordando el viacrucis de Jesús cuando instituyó los sacramentos de la confesión y la comunión, pero además cuentan que resucitó tras de ser crucificado injustamente por predicar el amor y el perdón haciendo milagros en su peregrinar por tres años.
Charlé con algunos jóvenes alumnos y alumnitas que preguntaron mi opinión respecto a Benito Juárez, que algunos políticos mencionan forzadamente los 21 de marzo.
Respecto a la ideología característica de Don Benito Pablo Juárez García y su ejemplo de vida, les causan malestar y comezón a muchos altos funcionarios mexicanos que resultan todo lo opuesto al juarismo y se muerden la lengua cuando utilizan sus enunciados en discursos hipócritas.
Por ejemplo: “Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Otro principio enorme: “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”.
En esas condiciones hay muchos funcionarios reprobados cuyas fortunas personales no resisten un análisis.
Y hay más: “Desde que tuve el carácter de gobernador abolí esta costumbre, usando sombrero y traje del común de los ciudadanos y viviendo en mi casa sin guardia de soldados y sin aparato de ninguna especie, porque tengo la persuasión de que la respetabilidad de un gobernante le viene de la ley y de un recto proceder, y no de trajes ni de aparatos militares, propios solo para los reyes del teatro”.
De sobra nos consta que a México lo hunden en el teatro de la impunidad, tergiversando verdades históricas por versiones amañadas para encubrir intereses muy oscuros, como los casos del Cardenal Posadas, de Colosio, Ruiz Massieu e Iguala.
-¡Tilín, tilin!- Suena la campanita de la escuela.
-Maestra Pizarrina, ¿se dio buena asoleada rezando para recibir la primavera?
-De más joven, la hormona se me alborotaba solita chamacos, ahora no tuve tiempo de echarme la escapadita a Xochicalco, en Morelos, o hasta el portentoso Teotihuacán. ¿Ustedes qué tal chamacos?
-Atorados con investigar qué onda con un presidente Juárez y si Acapulco se llama así por él o por René Juárez Cisneros, el oriundo de La Laja que pudiera regresar de alcalde si tumban al que está.
-¡Shhh… cábrense cayones!
-Díganos en cortito entonces maestra, desquite el sueldo.
-Debieran aprender a sacarle provecho a la compu, ahí encuentran todo y no solo desnudos o chateadas insulsas.
-No nos regañe teacher, viene de ahí la clase de hoy.
-Se la echo cortita: Benito Pablo Juárez García nació en Oaxaca, el 21 de marzo de 1806. Fue hijo de Marcelino Juárez y Brígida García (campesinos). Quedó huérfano a los 3 años y fue criado por sus abuelos.
Estudió Leyes y al titularse en 1834 empezó a trabajar defendiendo a los indígenas. Paralelamente fue profesor y ocupó puestos importantes en Oaxaca.
En 1847, fue elegido diputado federal y se trasladó a Ciudad de México donde se unió a los liberales. En 1855 el presidente Juan N. Álvarez lo nombró Ministro de Justicia e Instrucción. Desde este cargo recortó los privilegios del clero y el ejército.
En 1858, se convirtió en Presidente de México y al año siguiente promulgó la “Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos”. Derrotó a los conservadores en 1860 con la ayuda de Estados Unidos. Pero en 1862, los franceses invadieron México y Benito Juárez lideró la resistencia. Sus tropas derrotaron al emperador Maximiliano I y lo fusilaron en 1867.
El mismo año, Juárez fue reelegido como Presidente de la República. Entonces expandió la educación gratuita y laica por todo el país. También instaló ferrocarriles y telégrafos. En 1871, postuló nuevamente a la Presidencia y se reeligió. Pero Benito Juárez sufría problemas cardiacos y respiratorios. Falleció el 18 de julio de 1872, dicen por una angina de pecho.
-Ya con eso tenemos profesora, ¿pero por qué le tienen miedo y tirria los políticos actuales?
-Por patriota, honesto y humilde; fue ejemplo de mesura, legalidad y sobriedad, sin lujos ni faraonismos, duro para aplicar las leyes.