* Peña Nieto, hoy en Iguala

* Astudillo estuvo 3 días allá

* Inyectarán recursos a Iguala

 

Por Jorge VALDEZ REYCEN

 

Enrique Peña Nieto es el tercer presidente de México en funciones, en los últimos 18 años, que asiste a la ceremonia del Día de la Bandera y la Promulgación del Plan de Iguala. En el 2008 lo hizo Felipe Calderón Hinojosa, quien encomendó a su secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, pronunciara el discurso oficial. Y en 1998 estuvo Ernesto Zedillo Ponce de León, quien promulgó una iniciativa presidencial para la construcción de astas banderas monumentales a lo largo y ancho del territorio nacional.

Fuera de lo anecdótico, Peña Nieto ahora sí concretará su visita a suelo tamarindero, luego de que en diciembre pasado cancelara debido a la crisis por el Caso Iguala y los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Por cierto, el GIEI por primera vez ha incluido en sus conclusiones la línea de investigación por el narcotráfico, al mencionar la ruta Iguala-Chicago en el trasiego de la goma de opio como precursor de la poderosa y adictiva heroína, altamente cotizada en el mercado norteamericano.

Peña Nieto estará, de acuerdo a la agenda del gobernador Héctor Astudillo Flores, encabezando el desfile cívico-militar en la Plaza de las Tres Garantías. Posteriormente se trasladará al cerro del Tehuehue, donde se izará la monumental bandera y por último, en el estado Ambrosio Figueroa presidirá el abanderamiento de escoltas en escuelas e instituciones públicas.

Será tres apretadas horas de estancia presidencial. Será una visita que en lo anímico pretende generar confianza y solidaridad con los igualtecos.

Sin embargo, Iguala como centro urbano generador de riqueza comercial, artesanal, está deprimido económicamente. El golpe anímico de la tragedia no se supera aún del todo. En lo social, el daño causado por las estructuras de bandas criminales que secuestraron, privaron de la vida e inhumaron clandestinamente a cientos de personas en fosas y predios, aún no se puede apreciar ni cuantificar. Por ello, es imprescindible que psicólogos universitarios y estudiosos de la psique realicen estudios de campo entre la población abierta para poder obtener parámetros de los efectos causados por el fenómeno criminal.

Lo anterior, no suena descabellado, pues el impacto emocional sufrido por las centenares de familias que viven en la zozobra por la desaparición de un ser querido, su comportamiento alterado e inestable por el terrible shock psicológico, debe ser motivo de apoyo y ayuda profesional de estudiosos del fenómeno. Se trata, al fin y al cabo, de la rama de salud mental de un sector de la sociedad afectado y/o víctima de la delincuencia.

Peña Nieto podrá constatar, medir el termómetro social y tomar el pulso anímico de un pueblo igualteco que ya no es el mismo desde septiembre del 2014. Que ha dejado de ser bullanguero, alegre, festivo… para tornarse taciturno, apático, escéptico e indiferente. Su comportamiento es lo que se debe analizar y diagnosticar en consecuencia.

No se necesita ser muy experto o avezado en la materia de psicología para observar el comportamiento de niños, jóvenes, adultos mayores, madres de familia que deambulan por las calles, mercados o que esperan el transporte público. Hay miradas de desconfianza, recelo y miedo. Hay pocas sonrisas.

Y eso, no tardará mucho en confirmarlo el presidente Peña… Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.