Isidro Bautista

 

Ahora que en Guerrero se habla nuevamente del mando único y de las 3 mil plazas de policía anunciadas por el gobernador Héctor Astudillo Flores ante la ola de violencia, no estaría por demás voltear a ver los penales del estado para evitar hechos como el ocurrido en el de Topo Chico, en Nuevo León, por el que la simpatía y el respaldo popular de su mandatario parecen haberse esfumado.

En los más de cuatro meses que ha desempeñado el cargo no se había dado cuenta —no se informó o no le informaron— de la corrupción existente en esa prisión, en la que los cabecillas de los grupos de delincuencia organizada recluidos vivían como reyes.

Hasta donde se sabe, ha sido la peor tragedia suscitada en los penales de aquella entidad federativa, y aun así, la acción penal no se ha ejercitado más que en contra de tres personas.

No es de sorprender la cloaca descubierta en Topo Chico, porque también la hay en el resto del país, con niveles distintos, pero al fin proliferante.

Guerrero, desde sexenios anteriores, las prisiones han sido escenarios de muerte y sangre por corrupción. Sus internos y directivos, así como autoridades externas, confabulados para instaurar autogobiernos. Allá están detenidos la directora del penal, el subcomisario de Administración Penitenciaria y un custodio, como los presuntos responsables materiales de la matanza, así como del delito de abuso de autoridad.

Si hace varios años rompieron el acceso principal del reclusorio de Chilpancingo y ocurrieron ciertas fugas de reos, ¿qué no puede suceder hoy, por el grado de peligrosidad que ha adquirido la delincuencia organizada?

Si en los penales de máxima seguridad se suscitan fugas, como la de Joaquín El Chapo Guzmán, pues ¿qué se puede esperar de los demás, como los de esta entidad federativa?

¿Cuántos mensajes en cartulinas y lonas no han aparecido principalmente en Acapulco en el que mencionan nombres, cargos y demás de la gente confabulado en las prisiones?

Los inmuebles de los penales no fallan. Los que fallan son las personas. Ya está comprobado, más con el ejemplo de El Chapo.

Habrá que superar a Jaime Rodríguez Calderón El Bronco en atención en ese renglón, más cuando aún no se ve fin al caso de otra matanza sucedida en Iguala.

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