* Solorio: Un caso de político bipolar

* Mientras está en nómina, es feliz

* Sus viajes a Japón, a costa del erario

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Es todo un caso para el psiquiatra.

Ramiro Solorio Almazán ha tenido un comportamiento oscilante, pendular, mientras había estado encaramado en las mieles del poder, ya como regidor, o como diputado, funcionario o asesor de la vicecoordinación de la Cámara de Diputados. Nada más deja de cobrar, sufre la extraña transformación de quien muerde la mano y patea el pesebre.

En Acapulco ni siquiera lo extrañan, de cuando fue regidor de la comuna. En redes sociales presumía excursiones a bordo de su yate para la pesca del pez vela, subiendo fotos de sus momentos felices. Tampoco lo recuerdan como el edil que llevó la representación a la ciudad hermana de Sendai, en Japón, al frente de una comitiva de deportistas que llegó tarde a la competición, pero sí se dieron la gran vida turística a costa del erario.

O cuando fue diputado local que asumió un comportamiento crítico contra el entonces gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, pero después se “apagó” y tuvo recursos para estrenar una casa al poniente de la capital guerrerense, antes de concluir su gestión legislativa.

Y si los lectores me apuran, debo recordarles que en el año 2000 Solorio Almazán tuvo una actuación decepcionante como titular del Instituto de Desarrollo para las Empresas del Sector Social (INDESS), cargo conferido por el entonces gobernador René Juárez Cisneros a petición del igualteco Porfirio Camarena Castro. Hubo un desfalco por el orden de los 34 millones de pesos, pero nada pasó, sólo fue despedido fulminantemente y si acaso no pisó prisión fue por el propio Camarena.

Fue jefe de asesores de Alberto López Rosas, a quien tiempo después le provocó tremendos problemas con la secretaria general del Ayuntamiento, la perredista María de la Luz Núñez Ramos, quien acusó a Ramiro Solorio de “misógino”, en uno de los tantos encontronazos que tuvieron y se documentaron en los medios.

Ramiro estuvo en la ciudad de México como asesor de la vicecoordinación de diputados del PRI, con Manuel Añorve Baños, pero muy cerca de concluir la pasada legislatura abandonó el barco y dejó a quien le había dado empleo y buenas remuneraciones.

Todo es muy extraño en el comportamiento de Solorio Almazán, al grado de que gente muy cercana a él no tiene buenos comentarios, ni siquiera para defenderlo. Su temperamento explosivo, déspota y grosero con quienes no tienen el nivel económico como el suyo es ampliamente sabido. En cambio, es cortesano, lambiscón y adulador para sacar provecho y obtener beneficios personales.

Solorio no está loco. Se hace el locorio. Mientras está enchufado a las nóminas es un personaje taimado, rastrero y bufón. Cuando no, es crítico, vocifera, lanza estiércol, atrae las miradas para colgarse de cualquier pretexto que le genere dividendos y dinero, claro. Es muy fácil y cómodo para alguien que ha sido un lucrador social –así los definió “Z” a aquellos que encuadran lo descrito líneas arriba— con pasado vergonzoso, venir y sorprender a gente de buena fe.

Ramiro es un chango viejo, que nunca aprendió a dar maromas. Ahora, es un caso de bipolaridad en la grilla… Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.